El que fuera jefe del servicio de estudios del Banco de España durante 23 años años, José Luis Malo de Molina (Santa Cruz de Tenerife, 1950), ha fallecido este miércoles. Se había jubilado hace nueve años al cumplir los 65, después de décadas siendo una figura esencial en la definición de las políticas económicas del país. Su influencia sobre los sucesivos gobernadores —Rojo, Caruana, Fernández Ordóñez y Linde— fue muy grande, y siempre tuvo como gran preocupación la mejora de un mercado laboral caracterizado por altas tasas de paro y elevada temporalidad. En 2015 cedió el testigo en su puesto al que más tarde se convertiría en gobernador, Pablo Hernández de Cos.
Su proyección ha sido muy alargada. Participó como economista en los Pactos de la Moncloa por parte del partido comunista. Su aportación a esos acuerdos fue convencer a la izquierda de que era razonable fijar los salarios con la inflación esperada en lugar de con la pasada para que no se enquistara la espiral de precios. Entró en el banco en 1983. Era el alumno predilecto de Luis Ángel Rojo, que lo puso al frente del servicio de estudios y donde contribuyó decisivamente a modernizar la institución. Creó la escuela Cemfi para seleccionar personal. Y el think tank Fedea para poder enriquecer el debate económico. Fue uno de los altos funcionarios ejecutores de la entrada en el euro. Una vez en la moneda única, era quien acompañaba siempre a los gobernadores a los consejos del BCE.
En una conferencia, ya jubilado, lamentaba sobre el estallido de la burbuja: “Se pensaba que habíamos alcanzado un estado idílico de crecimiento en el que no había inflación y los ciclos desaparecían. Se desdramatizó el aumento de la deuda. De ese espejismo pecamos todos”.
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