La economía española dejó atrás el año pasado, aunque poco a poco, lo peor de la crisis inflacionista. Tras los picos registrados a mediados de 2022, el IPC terminó diciembre pasado en el 3,1% interanual, según ha publicado este viernes el Instituto Nacional de Estadística (INE), lo que confirma el dato adelantado hace dos semanas. Se trata una décima menos de la registrada en noviembre, un ligero alivio que se debe a la moderación de los precios de los carburantes y en especial los alimentos: aunque siguen subiendo un 7,3%, la tasa es la menor en casi dos años tras bajar 1,7 puntos en el último mes.
La moderación de los precios de leche, huevos, queso, pan, cereales y carne, ha sido clave: subieron, pero mucho menos que en 2022. El aceite de oliva constituye una notable excepción, con una subida del 54,6%, la mayor de todo el IPC, seguida por el transporte de pasajeros por mar, que sube un 25,8%, y los paquetes turísticos (17,9%). Los precios de los carburantes, otro de los elementos esenciales del índice, continuaron moderándose.
La inflación subyacente, que excluye alimentos no elaborados y energía, registra la menor tasa desde marzo de 2022, tras reducirse en diciembre siete décimas, hasta el 3,8%. La inflación media de 2023, según ha confirmado el INE, fue menos de la mitad que 2022, es decir ha pasado del 8,4%, la fue la más elevada desde 1986, al 3,5%.
Los alimentos han marcado parte del IPC en los últimos meses. Las primeras subidas hace dos años estaban vinculadas a la guerra de Ucrania y el encarecimiento de los costes. Las tensiones siguen, pero las causas se han ido trasladando al clima. Desde hace unos meses son las condiciones meteorológicas las que han impuesto su ley: bien por falta de lluvia, bien por inundaciones o bien por las altas temperaturas, muchas cosechas se han reducido. Destaca el caso del aceite de oliva, cuyo precio se ha disparado en el último año a causa de la reducción sin precedentes de dos años de la producción
La tendencia hacia la normalización de los precios está consolidada, según los expertos. “Las cosas van por el camino adecuado; se está reduciendo el ritmo de crecimiento de los precios, sobre todo en los últimos meses”, explica María Jesús Fernández, economista sénior de Funcas. “Pero va a seguir siendo un proceso lento”, advierte. No espera que los precios bajen este año del 2%, que es el objetivo del Banco Central Europeo. Sin embargo, pronostica bajadas de tipos a partir de junio. Fráncfort se ha mostrado cauto, aunque los datos sean positivos, y todo indica que no quiere precipitarse a la hora de ir reduciendo tipos.
El dato de inflación en la zona euro también ayuda a mantener las perspectivas de que el BCE empiece a bajar los tipos de interés más pronto que tarde. Los precios en los países de la moneda única cerraron 2023 con una inflación del 2,9%, según la primera estimación de Eurostat, la oficina estadística de la Unión Europea, publicada la semana pasada. Aunque se rompe la tendencia a la baja de la inflación en Europa de los últimos meses, porque la tasa ha aumentado cinco décimas respecto al mes anterior, el dato es una décima inferior a lo que esperaban los analistas.
Para Ángel Talavera, economista jefe para Europa de Oxford Economics, “la tendencia a la desinflación parece bastante clara y se va a prolongar este año”. El experto advierte de un posible repunte en enero, mes en el que entre otras cosas todo el comercio ajusta al alza sus precios y considera que será un dato claro para tener más visibilidad para el resto del año. Talavera prevé que las bajas de tipos empiecen en el segundo trimestre del año, lo que supondría un alivio tanto para los hogares que tienen una hipoteca como para la deuda de las empresas y las Administraciones Públicas.
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